jueves, 1 de noviembre de 2007

Tertulia (II)


TERTULIA
Algunas ideas sobre la vida literaria (II)
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El proceso literario parece estar sujeto a una dinámica especial. Es evidente que lo literario transcurre en un proceso, y como todo proceso su modo de realización material es una sucesión de estados. Esos estados tienen fuentes dinámicas internas, que tienen que ver con el desarrollo y acumulación de los resultados de los estados anteriores del propio proceso plasmador, y fuentes dinámicas externas, que tienen que ver con las circunstancias y demandas de procesos superiores incluyentes en los que nacen sus nuevas representaciones y tecnologías. La vida sociohistórica y la literatura misma son sus plataformas de suscitación, ajuste y despliegue. Pero para que este movimiento exista, el proceso literario urge de poleas motrices que empujen los saltos de un estado a otro. Solo hay proceso si se vertebran estados consecutivos, y solo es posible la transición de un estado a otro si en cada uno de ellos fuertes poleas dinamizan los cambios. Haciendo abstracción de las inconmensurables fuerzas de toda índole que actúan sobre el campo literario, y enfocando su estructura peculiar, se observa que más allá de las fuentes dinámicas señaladas hay un motor interno indudable: la lucha de tendencias. El campo se encuentra en marcha porque posee un interior conflictuado. Siempre hay muchas tendencias en el campo, y se encuentran en permanente batalla. Dadas unas determinadas circunstancias, una tendencia toma el campo e imprime su hegemonía estimativa e instrumental. Algunas tendencias desaparecen, y otras se tornan clandestinas o alternativas. La tendencia hegemónica conquista el sistema y tiende, por naturaleza propia, a ejercer una tiranía y una duración representacional que el fluir inagotable de la vida sociohistórica no soporta. Las desaparecidas pueden rearmar sus huestes ante las nuevas contingencias de la sensibilidad, pero lo más frecuente es que las sumergidas y las alternativas sin poder intensifiquen su lucha y alguna de ellas desplace a la hegemónica. Con una nueva hegemónica, y superado un período de satisfacción representativa, ella misma facilita sin querer, si no la sostienen grandes fuerzas extraliterarias, el arribo a la luz de nuevas tropas de choque. Como los jóvenes en todas partes constituyen el grueso de los ejércitos, en la mayoría de las ocasiones, aunque no es una regularidad de la literatura sino de la vida literaria, ellos son los portaestandartes de los gestos más radicales. En la misma medida en que estos gestos sean más radicales, más rápidamente será perdida la hegemonía, pues parece ser una ley estética, como lo es en la visión darwinista, que la especialización excesiva de las variaciones concluya en una rama muerta del árbol de la evolución.

© Roberto Manzano
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