martes, 20 de noviembre de 2007

Tertulia (III)


TERTULIA
Algunas ideas sobre la vida literaria (III)



La vida literaria nunca tiene la unidad que aparenta. Como el campo donde transcurre el proceso está enormemente vectorializado, pues se están generando de continuo modos de representación que caracterizan los más opuestos y diversos intereses del tramado social, la vida literaria es siempre terreno minado. Solo se logra arrojar una impresión de unidad bajo el más feroz totalitarismo. Incluso el poblamiento y despoblamiento de tendencias, según leyes de emigración en busca del éxito, es una marca sociológica interna de lucha artística. En sociedades donde la lucha estética, inevitable en este campo, está vista bajo sospecha y controlada, esta se enmascara y encuentra válvulas oblicuas de expresión. Donde no es posible el manifiesto, por ejemplo, se recurre a la antología como exhibición de membresía, postulados y cuerpos textuales. Siempre hay muchas tendencias en contacto, y estableciendo entre sí múltiples tipos de relaciones. Unas que ejercen influencia sobre determinados sectores institucionales, otras que optan por subordinarse a la imperante, otras que escapan a la sombra esperando mejores momentos, otras que toman las áreas sociales abandonadas por la hegemónica, y otras que organizan la defensa y propagación por entre los intersticios detectados. Superado ese estado específico del proceso, suscita la impresión generalizada, y pasa a constituir una visualización histórica, de que la hegemónica lo fue porque era la más apta para representar la sensibilidad de determinado espacio-tiempo. Así como el poeta sabe que en la construcción del poema siempre hubo la posibilidad de tomar otra decisión expresiva, pero al lector se le antoja el poema como una construcción fatal, donde las decisiones tomadas parecen absolutamente incanjeables, nuestra visualización de las plasmaciones históricas nos parecen intransferibles y óptimas. La tendencia hegemónica, como toda entidad ideológica manipuladora, esculpe en su triunfo dos gestos básicos: se muestra como una derivación lógica de todo el decurso anterior e inculca que ella es el mejor espejo de su época o la matriz más actualizada del arte. Toda esta invisible novela parece reducirse a dos tendencias antagónicas: la que estaba en posesión del poder y la que considera que tiene el derecho a desplazarla. Las restantes tendencias que abigarran el campo, bien por debilidad artística o insuficiencia organizativa, quedan excluidas del drama. Puede que exista alguna tendencia viva con fuerza artística y suficiencia organizativa, pero puede ser barrida movilizando bloqueos o repulsiones extraliterarias. Se impone, de todos modos, la toma del poder literario. No importa que el Estado estipule que en arte las formas son libres, las tendencias permean de algún modo el sistema literario institucional, y desde allí ejercen un dominio artístico subrepticio. Los desplazados y los repelidos entienden el juego de fuerzas, aunque sea de modo instintivo, y toman las medidas pertinentes, que pueden ir desde la emigración estimativa e instrumental hasta la elaboración clandestina de literatura, momentáneamente fuera ya de toda vida literaria. Parece ser una ley, extraída de la observación de la práctica histórica, que los que toman el poder literario lo ejerzan implacablemente. Son extraordinariamente extrañas las democracias estéticas.

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© Roberto Manzano
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jueves, 8 de noviembre de 2007

El escritor y el mercado



EL ESCRITOR Y EL MERCADO
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El escritor está en general subordinado al mercado. Ya desde la invención de la escritura la comunicación se extiende y se pasa a necesitar un soporte material para lo escrito, ese objeto deviene el libro que para poder ser leído tiene que circular y entonces entra en un circuito de distribución, llámese como se llame y adopte la forma que sea. En los tiempos modernos la tecnología de impresión permite la producción masiva del objeto libro que entra a circular en el mercado como mercancía. En tanto mercancía se convierte en objeto de manipulación para producir plusvalía, beneficios. Tiene que ser objeto de una demanda, que si no existe se crea para provocar su consumo. Entonces tiene que ser publicitado, sus virtudes se tienen que predicar de la manera más convincente, y llegar al mayor número posible de consumidores potenciales. Corolario. Para que la publicidad sobre un libro ocupe tiempo y espacio en los medios de difusión masiva no basta su supuesto 'interés intrínseco', sino que tiene que tener potencial como fuente de beneficio para la entidad que lo pone a disposición de los potenciales compradores a que acceden esos medios. Es decir la entidad tiene que contar con numerosos ejemplares del libro que se supone querrá adquirir un porcentaje de los lectores o espectadores de los medio de difusión/comunicación masiva. Otro corolario. Por lo general, en los medios de comunicación masiva sólo se harán críticas de los libros que representen un valor comercial actual o potencial. Aunque la accesibilidad de la forma y contenido ayudan, y podrían ser directamente proporcionales a las posibilidades de venta, esto en principio no se restringe a estilos de escribir o a orientaciones estético literarias, ideológicas, etc. Un texto muy anti sistema y absolutamente a contrapelo de las convenciones literarias vigentes se puede empaquetar y ofrecer para la venta a través de los canales pertinentes, si un empresario está dispuesto a correr el riesgo. Otro corolario más, convenientemente adicionado, será que la Crítica Literaria, tanto a nivel periodístico como a nivel universitario, están subordinadas al LIBRO comprable, que circula, a la mercancía libro. Si no el libro en librería, la obra inédita o inaccesible en tanto fuente de otros textos y actividades que a su vez reportan beneficio. Dentro de los atributos valóricos que dan 'atractivo' a la obra en tanto mercancía libro, están los que se atribuyen a la obra y al autor en tanto su productor. Así se valora por ejemplo la independencia y autosuficiencia de la obra literaria, su autonomía, su belleza estética según cánones universales, la universalidad de su contenido, su carácter de reflejo fidedigno, la excelencia de los valores que presenta. El escritor deberá ser una figura interesante, problemática, atormentada y romántica, o el prototipo del antihéroe, que se sienta a la vera de la Sociedad y del Sistema y los contempla con mirada crítica.

La obra literaria, así inserta en la circulación, forma parte del universo alternativo que refleja la así llamada 'realidad' en forma mediada, ya que el conocimiento humano -según Lucaks, en su versión científica y artística- es estructuralmente mediado. Así, quiéralo o no y por encima y por debajo de todos los distanciamientos, complejidades y simplezas de estilo, el escritor trae a presencia ese reflejo, que en última instancia es revelación y conocimiento. El escritor labora en las filas de los productores de sentido y por tanto tiene una necesidad social al producir referentes que a su vez refieren. Siendo así, su labor y la accesibilidad a su obra, su formación y capacitación debieran funciones capitales de la educación y la cultura. Debido a que no hay lo que podríamos llamar un proceso de circulación social orgánico, ni de la mercancía literaria-el libro-ni de cualquier otra mercancía socialmente necesaria, la difusión literaria es defectuosa con respecto a su demanda-que abarca en principio y en teoría la comunidad social total-y a su oferta-, que comprende a su distribución y sobre todo a su producción. Entonces está sujeta, como los otros objetos de necesidad y como los necesitandos, a la distorsión del mercado, que tuerce los objetos de necesidad y la necesidad en el sentido del 'provecho' comercial.

Por otro lado, la literatura forma parte importante de la estructura histórico-institucional de la nación estado, el mundo, el continente etc., sus contenidos canónicos o canonizados se pasan en las escuelas públicas, representan el acerbo y carácter nacionales. El sistema filtra los contenidos y valores a trasmitir y el formato del medio según eventuales necesidades pedagógicas, que siendo universales, es decir tratando de obtener la mayor difusión y accesibilidad posibles, imponen normas genéricas, de empaque y presentación etc. que tienden a la mayor simplificación, según los diferentes contextos-un sistema educativo destinado principalmente a burguesías cultas o la nobleza diferirá de uno socialista de educación popular universal. Los formatos de libro, de poesía, novelas o cuentos, ensayos, teatro, con géneros fácilmente reconocibles, bien delimitados y claros, por ejemplo con poemas estilo composición que versan sobre sentimientos o situaciones definidas y reconocibles como propios por la mayor cantidad de lectores- serán otro determinante de estilos, escuelas literarias, manifiestos, políticas culturales, etc. Es decir, ¿Se imaginan por ejemplo al Canto del Macho Anciano en un libro de texto de primer ciclo en lugar de los Veinte Poemas de Amor?. El mercado y las necesidades 'educacionales' del sistema determinan los estilos y la crítica.

Así, el espacio de difusión del escritor contemporáneo determina su producción y orienta su estilo y contenidos. En una época de globalización, que implica entre otras cosas la intensificación de la dependencia cultural respecto al centro metropolitano globalizador -el mundo desarrollado anglófono-, y la homogeneidad y simplicidad de las mercaderías y de la transacción comercial, se acentúan las características comerciales del libro. Esto enfrenta al escritor a una disyuntiva. O se escribe para el mercado -que dicho sea de paso significa reconocimiento público e incluso ingresos, por la imbricación de comercialización y comentario/crítica- o se escribe para intentar establecer algo nuevo, para corroer o reemplazar al sistema, etc., impulsos que suelen gatillar a la mayoría de los escritores jóvenes y que implica novedades formales y de contenido cuya comercialización no se puede asegurar, aunque no sea imposible.

Frente a esto los nuevos medios electrónicos y el micromercado son dos caminos posibles. El micromercado, es decir la representación, advocación y difusión principalmente de y en la comunidad -socioeconómica, cultural, etnolingüística, genérica, ideológica, incluso religiosa-, posibilita no sólo la difusión al interior del grupo y fuera del mismo como portavoz, sino que tiene al carácter positivo y concreto de un actuar, de un activismo cultural que viene a aportar algo parecido a una praxis política de los escritores -vaya el ejemplo de Poetas del Mundo(
http://www.poetasdelmundo.com/), Poetas Antiimperialistas de América (http://poetas.com/), taller Cultural Sur-. A su vez, la difusión virtual tiene el potencial de saltarse al mercado, al menos por ahora, y llegar a un infinito imprecisable de lectores. Mientras el sistema no llegue a soluciones comerciales y a una censura eficaz, los medios virtuales tienen la posibilidad de poner en entredicho a la institución literaria tradicional vigente basada en el mercado.

Pero, a la vez, el medio propone sus propias exigencias (cosa que hay que asumir y tratar de desarrollarse con ellas, si queremos llegar): como lo son el texto breve y pareciera, la sencillez, aunque nadie impide al autor de corte experimental o vanguardista intentar la difusión masiva de su trabajo en forma antes inédita para él.
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Ya no hay que tomar un avión para escribir con humo en los cielos de Nueva York.
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© Jorge Etcheverry (24.10.2007)
.....página personal: http://www.etcheverry.info/

jueves, 1 de noviembre de 2007

Tertulia (II)


TERTULIA
Algunas ideas sobre la vida literaria (II)
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El proceso literario parece estar sujeto a una dinámica especial. Es evidente que lo literario transcurre en un proceso, y como todo proceso su modo de realización material es una sucesión de estados. Esos estados tienen fuentes dinámicas internas, que tienen que ver con el desarrollo y acumulación de los resultados de los estados anteriores del propio proceso plasmador, y fuentes dinámicas externas, que tienen que ver con las circunstancias y demandas de procesos superiores incluyentes en los que nacen sus nuevas representaciones y tecnologías. La vida sociohistórica y la literatura misma son sus plataformas de suscitación, ajuste y despliegue. Pero para que este movimiento exista, el proceso literario urge de poleas motrices que empujen los saltos de un estado a otro. Solo hay proceso si se vertebran estados consecutivos, y solo es posible la transición de un estado a otro si en cada uno de ellos fuertes poleas dinamizan los cambios. Haciendo abstracción de las inconmensurables fuerzas de toda índole que actúan sobre el campo literario, y enfocando su estructura peculiar, se observa que más allá de las fuentes dinámicas señaladas hay un motor interno indudable: la lucha de tendencias. El campo se encuentra en marcha porque posee un interior conflictuado. Siempre hay muchas tendencias en el campo, y se encuentran en permanente batalla. Dadas unas determinadas circunstancias, una tendencia toma el campo e imprime su hegemonía estimativa e instrumental. Algunas tendencias desaparecen, y otras se tornan clandestinas o alternativas. La tendencia hegemónica conquista el sistema y tiende, por naturaleza propia, a ejercer una tiranía y una duración representacional que el fluir inagotable de la vida sociohistórica no soporta. Las desaparecidas pueden rearmar sus huestes ante las nuevas contingencias de la sensibilidad, pero lo más frecuente es que las sumergidas y las alternativas sin poder intensifiquen su lucha y alguna de ellas desplace a la hegemónica. Con una nueva hegemónica, y superado un período de satisfacción representativa, ella misma facilita sin querer, si no la sostienen grandes fuerzas extraliterarias, el arribo a la luz de nuevas tropas de choque. Como los jóvenes en todas partes constituyen el grueso de los ejércitos, en la mayoría de las ocasiones, aunque no es una regularidad de la literatura sino de la vida literaria, ellos son los portaestandartes de los gestos más radicales. En la misma medida en que estos gestos sean más radicales, más rápidamente será perdida la hegemonía, pues parece ser una ley estética, como lo es en la visión darwinista, que la especialización excesiva de las variaciones concluya en una rama muerta del árbol de la evolución.

© Roberto Manzano
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