lunes, 29 de octubre de 2007

Tertulia (I)


TERTULIA
Algunas ideas sobre la vida literaria (I)

Hay que distinguir la vida literaria de la literatura. Con frecuencia dominamos un postulado o manejamos un concepto sin extraer de ellos todas las implicaciones pertinentes. No somos lo suficiente consecuentes con la premisa, y nuestra capacidad deductiva es realmente limitada. Aquel que toma un axioma como punto de partida y es capaz de avanzar coherentemente hasta las últimas consecuencias, se asombra de cómo el pensamiento común se autolimita en sus propias búsquedas. Todos en el medio literario, ya a esta altura del desarrollo del conocimiento, sabemos que no es lo mismo literatura que vida literaria. Sin embargo, en nuestras reflexiones y en nuestros mecanismos identificatorios, olvidamos mucho la diferencia y confundimos fenómenos, interpretaciones y valores de ambas esferas del proceso literario. Y esta distinción no solo es bueno tenerla en cuenta en el orden teórico, sino también, y en ocasiones de modo capital, en el terreno práctico donde transcurren nuestras acciones como autores. Si sabemos discernirlas, a pesar de sus interdependencias rigurosas, comprendemos muchas conductas, juicios y posicionamientos de este tipo de vida cultural en sus propias médulas. Hay regularidades del proceso literario que se cumplen dentro de nosotros mismos como impulsos muy personales, y de los cuales tenemos la sensación que los hemos producido con absoluto albedrío, sin advertir ni de lejos las fuerzas exógenas que nos han convertido en sus vectores de plasmación. Y a veces vemos un hecho de la vida literaria como un acto de la literatura, cuando en un increíble número de ocasiones no son verdaderamente idénticos o permutables. La jerarquización de Ramón Campoamor y la no jerarquización de Bécquer en la misma época revelan un problema de la vida literaria cuyos valores jerárquicos la literatura invirtió definitivamente. Y se pudieran detallar fenómenos diversos, pues ambas esferas, que se intersecan profundamente, poseen una complejidad tremenda, lo mismo en los aspectos diacrónicos que sincrónicos. Como fama y talento, como reconocimiento y valor, como creación y lucidez son extremos que se tocan menos de lo que uno se imagina, puede observarse entre muchos de los mismos protagonistas de este quehacer artístico las más asombrosas indistinciones y las más lerdas manipulaciones del proceso en que se encuentran inmersos o de los estados anteriores del flujo literario al que se incorporan.

© Roberto Manzano
....correo electrónico: manzano@cubarte.cult.cu - poesia@icl.cult.cu
....página personal: http://www.robertomanzano.info/

sábado, 27 de octubre de 2007

Los días del día



LOS DÍAS DEL DÍA
(a dos manos)


Me imagino que, por más cristiano que se sea, no haya alguien que se le ocurra festejar las inquisiciones; por más aberraciones que se alberguen, no haya alguien que se le ocurra confundir las cenizas judías de Auschwitz con pura nieve, y dejar que se derrita en las memorias tanto desespero, tanto horror cercano.

Así, ¿hay algo que festejar el 12 de octubre?

América Latina, Hispanidad, Raza: ¿Día?; pues sí, y sin rencor en la raiz, hay que agradecer el que, de cierta forma, ahora todos nos comunicamos en español (castellano evangelizado).

¡Dejémoslo pues en Encuentro de Culturas!

© JB (12.10.2007)


Hay que marcar (no festejar) el descubrimiento o, mejor, conquista de América. Es una fecha histórica que produjo una nueva realidad (irreversible, claro), como un bebé que nace ensangrentado.

Nosotros marcamos el re-nacimiento del continente desde los ojos noroccidentales, una nueva realidad con una nueva demografía, que recién empieza a dar sus primeros pasos (aun después de más de cinco siglos).

La historia vista por los ojos del corazón es una sucesión de calamidades y hechos de sangre, masacres y opresiones.

Pese a la gestación de la nueva realidad americana, en los tiempos modernos han desfilado ante nuestros ojos millones y millones de muertos y esclavos, las miríadas de sus descendientes hacinados, superviviendo en la miseria y la degradación de las megápolis latinoamericanas.

La tinta con que se escribe esta historia en castellano es la sangre. No hay una versión vasca, catalana o gallega.

El hombre blanco desplegó su cultura en la punta de la espada pero, de algún modo, permitió la progenie mestiza de trabajadores y administradores, la supervivencia del indio como fuerza esclava.

Ya en el Norte, sin hispanidad, las poblaciones indígenas también son exterminadas, en la medida de lo posible, por el canuto alglosajón, imbuido de la grotesca ética del trabajo y la ganancia personal, que el Antiguo Testamento y el Cristo de los Evangelios describieron como maldición por el Pecado Original, y como un obstáculo insuperable para acceder al Cielo: la ganancia personal, la riqueza (ver para creer).

© Jorge Etcheverry (12.10.2007)
.....página personal: http://www.etcheverry.info/

miércoles, 24 de octubre de 2007

Historias de Cronopios y de Famas


Julio Cortázar y su
Historias de Cronopios y de Famas



Cuando los Famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades.
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Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas".
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Cuando los Cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.
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Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.